Buño es un lugar singular con una identidad única que podemos encontrar camino a Costa da Morte. Su apelativo como “o pobo dos alfareiros” (pueblo de los alfareros) lo convierte en una parada obligada antes de alcanzar el océano Atlántico. Los escaparates, tiendas y carteles que avisan de la venta de cerámica o los talleres en casas particulares terminan de captar nuestra atención, se hace difícil no asomarse al oír los tornos donde los artesanos trabajan. Esta curiosidad es lo que nos llevó hasta Fran Gorín y su taller, un espacio que esconde tradición familiar e innovación. Fran es la tercera generación de alfareros, tomando el relevo de su abuelo José y su padre Antonio. No ha olvidado lo aprendido de ellos y continúa dando forma al distintivo barro de la zona, incorporando a su alfarería esmaltes y decoraciones en creaciones que nos llamaron la atención desde el primer momento.
Cuando le visitamos, ya teníamos una clara inspiración, nuestro nuevo hogar estaba junto al mar y queríamos transmitir esa sensación. El encuentro fue fácil, la puesta en común de ideas también. Teníamos claro que queríamos piezas singulares pero que se pudiesen utilizar siempre, no solo en ocasiones especiales. Piezas prácticas que dieran el toque, ese que hace que cuando te sientas a comer te relajes, se pare el tiempo y puedas disfrutar de ese momento como mereces.
Para esta primera colección elegimos el esmalte azul, ese azul tan cercano a nosotros y también fue súper importante el acabado y tacto. Los consejos y visión de Fran, unidos con su destreza y experiencia hicieron muy fácil esta colaboración. Así nacieron “Saraiba” y “Arnela”. Con la hornada completa y el esmalte seco, ya pudimos apreciar ese toque tan peculiar que tienen las piezas de Fran. A nosotros comer en ellas nos hace movernos directamente a una cala solitaria, con fina arena natural y un precioso Atlántico delante. Ese sonido tan característico que se produce al rozar los cubiertos en el plato, son pequeños placeres.
Sin prisas, con paciencia y dedicación, moldeando cada pieza con cariño, permitiendo que el tiempo confiera una personalidad y autenticidad únicas a cada colección que realiza. Resulta imposible concebir este trabajo como un producto en serie o de molde único.Un plato o una taza de gres pueden resultar imperfectas y al tiempo magníficas, condensando siglos de tradición, pasión e identidad. Un valor cultural que Fran transmite con maestría en cada acabado.